martes, 31 de mayo de 2011

¡No hablen!

Nadie lo ha visto, la gran maquina ha devorado a sus padres, al contrario que el gran saturno. Cierren sus ojos, tapen sus oídos, ¡No hablen!, han sido devorados por su gran hija, la perdición es su única opción, han perdido la vida, ya están muertos, ¡No hablen!, ¡Cierren sus sucias bocas!, en ellas guardan la sangre de todos nosotros, a los que  su imperio ha devorado, guárdense sus suplicas y sus perdones, sufran en soledad seres de piedra, oigan y callen, la condena por la muerte es el silencio, la soledad del asesino, ¡Mueran!, pero mueran solos, sin compañía.

sábado, 28 de mayo de 2011

Perdido para siempre

Tras una larga noche de insomnio en la que mis ojos no se abrieron, el sol broto en nuestra habitación a través de la ventana, yo mire al otro lado de la cama, pero ella no estaba.
- No puede ser, cuando nos dormimos ella estaba a mi lado - me dije.
En efecto, ella no estaba y a mi solo me quedaba el recuerdo de su mirada templada, y una especie de vacío en mi interior. Resolví buscarla, busque en las agendas de teléfonos, pero su nombre no figuraba, busque su miada en los marcos de toda la casa, pero nunca la hallaba.
- ¿Donde estas? - pregunte al cielo con la cara húmeda.
Mire en los armarios, en los cajones, incluso bajo las puertas, ahora era ansia lo que tenia por encontrarla, y no cesaba, mas, ni fotos, ni números, ni letras de  ella encontraba, tan solo esa preciosa mirada que mi mente recordaba. Decidido, marche a buscarla, levante montañas, busque por las sendas perdidas, en los bosques malditos y en los pozos me ahogue por encontrarla, pero ella, no estaba.
Y así, mi animo se hizo polvo y mermo mi salud hasta las puertas de la muerte, y cuando el descanso eterno se acercaba, solo algo rondaba mi alma, mis últimos suspiros expiraban mientras esto veía, era su sonrisa, ¡Al fin algo mas de su cara!.

sábado, 7 de mayo de 2011

Otra princesa de cristal rota

Y entre sus cálidos labios caí preso,
contraste con el frío de los míos,
y las palabras que de ellos salieron,
como siempre, nunca entendidas,
pasión medida para no dañar
mi princesa, mi princesa de cristal.

Ya labios no presos, sino carceleros,
su alma sucumbe a la mia,
el frio ahora es suyo, y de sus labios,
agoto un último aliento de vida,
princesa perdida por no escuchar mis palabras,
otro sueño roto, una eternidad de llantos,
mientras con ojos empañados agarro,
sin calor, sus manos sin vida.